Amalurra, Taller de Irene Goikolea: El visionario, tu verdad sin juicio. Impresiones del primer seminario de Irene Goikolea al que asistí. 09-10 de agosto del 2014 en la comunidad de Amalurra. La consigna para ir, cuanto más concreto el objetivo mayor la recompensa. No era mi caso. La frase que volvía con más insistencia era una promesa: “siempre obtenemos lo que deseamos”. Suponía que la razón por la que iba coincidía con la historia más antigua de todas, el precio de negar a dios. Cuando entras en al recinto rápido te percatas que allí de las normas más básicas aplican más bien pocas. Ese sitio tiene sus propias leyes. Acojona y no es difícil dejarse llevar por el prejuicio y el despecho. Caes dominado por el complejo. Pero es sólo el primer síntoma y advenimiento de que algo va a nacer y claro está, como en todo nacimiento va a ser traumático. Primer asalto. Confesión, remolino de decadencia, angustia en forma de existencialismo. Allí enfrente de todos es incluso más sórdido que cuando uno se lo dice a solas, no cabe atisbo de postura, incluso reconoces tener la intuición de estar equivocado. Después de vomitarlo y de mirarte en los ojos de los demás recibes el primer aguijonazo: y si no tuviera nada que ver con Dios o el universo y si tiene que ver conmigo. Obviamente uno tenía la sospecha, pero allí te ves tal y como eres. La sensación que va haciendo mella en uno es la de reencuentro. Parece nuevo al principio, pero no lo es. Es sencillamente el poder de recordar algo que hacía mucho tiempo que habías olvidado y no hay mejor sensación que esta, créanme. Todo posible gracias a la sabiduría y talento de Irene, a la mística del lugar y a su vez sin duda a la generosidad y valentía de quienes te acompañan y a los que acompañas. Repito, el lugar se rige por sus propios principios y código, uno se resiste a ellos al principio, al menos yo lo hice, pero cuando dejas de hacerlo recibes tu medicina y te llevas exactamente lo que venías a buscar, ni más ni menos. Sigue sonando raro, supongo que es porqué es extraordinario. Pero es así, hay un lugar en el norte donde suceden cosas, seguramente difíciles de concebir al principio por excepcionales e insólitas, cosas asombrosas que tienen que ver con uno mismo. Todos hemos sido niños, olvidarlo puede que sea una tragedia y ha sido durante un tiempo mi forma de sobrevivir, eso sí, recordarlo y volverlo a ser con 23 años ha sido mi verdad sin juicio, mi regalo y medicina. Jordi