El pasado fin de semana, puente de la Inmaculada, tuve el gran honor de ser invitada a la presentación del libro Aníbal y Escipión (la guerra que marcó el antes y después de la historia) de Antonio Velasco Piña. El evento se celebró en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México, creada en 1987 por iniciativa de la Universidad de la ciudad. Dicha Feria—la FIL— es actualmente el mayor mercado mundial de publicaciones en castellano. En ella, se dan cita más de 600.000 personas, que a lo largo de nueve días se sumergen en los libros y disfrutan de uno de los festivales culturales más importantes de América Latina. Realmente, fue un placer estar presente en este encuentro y participar en un acontecimiento de tal magnitud, en el que se generó un espacio intercultural que pulsaba con gran intensidad.
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En la presentación de su libro, Antonio inyectó una dosis de conciencia a la hora de interpretar los hechos históricos que la novela recoge, creando un momento de elevada vibración energética. La obra relata las guerras púnicas que enfrentaron a Roma con Cartago, en el siglo III a. C. y que fueron lideradas por los generales Escipión, romano, y Aníbal, cartaginense. El autor señala en la conclusión del libro la relevancia histórica de estos acontecimientos, que enfrentaron a dos modelos de vida muy diferentes entre sí. Según Antonio, la pitonisa mayor de Delfos había profetizado que la contienda sería ganada por quien garantizase que su victoria llevaría a la humanidad a dar un paso adelante a la hora de comprender su unidad como especie y con todo lo existente. Si Cartago hubiera triunfado, argumenta el autor, lo más indudable es que habríamos subsistido en una serie de tribus sujetas al poder central dominante de una oligarquía financiera concentrada en Cartago y cuya finalidad fundamental habría sido un incesante incremento de su riqueza.
Sin embargo, la victoria de Roma trajo consecuencias muy diferentes. Utilizando como instrumentos de unificación la lengua latina, la filosofía griega y el derecho romano, Roma sentó las bases para la formación de lo que conocemos actualmente como Europa y aportó una visión del mundo ordenada y estructurada, basada en valores compartidos por la comunidad, como el mismo idioma y sistema jurídico. Para el autor, la presente coyuntura histórica por la que atraviesa la humanidad plantea una disyuntiva semejante a la que protagonizaron Roma y Cartago. La diferencia es que ahora el resultado de la actual confrontación no sólo determinará el futuro de quienes viven en una cierta región del mundo, sino el porvenir de todos los habitantes del planeta. En la actualidad, una oligarquía financiera controla, en gran medida, la economía y la política mundiales. Su objetivo fundamental es obtener ganancias cada vez mayores, aunque esto implique, en muchos casos, la destrucción del medio ambiente o la explotación de sus trabajadores, a los que mantiene en un estado de precariedad.
En opinión de Velasco Piña, hoy en día, el otro participante de esta contienda está integrado por todas las personas, grupos y movimientos que en las distintas regiones del planeta colaboran en la trascendental misión de lograr una auténtica mutación en la conciencia de la especie humana, para superar la presente y limitada percepción de la realidad y poder alcanzar otra de carácter universal y cósmica, trascendiendo así la ilusión de la separación que nos impide comprender que todos somos uno y que estamos estrechamente vinculados a todo cuanto existe.
Desde mi experiencia, estoy completamente de acuerdo con el autor en que no hay forma de permanecer neutral en esta guerra, pues de ella depende el futuro de la humanidad. Según él, esta guerra no se libra con armas ni en los campos de batalla, sino en el interior de la conciencia de cada uno de los seres humanos a quienes nos tocó en suerte vivir en esta época, a un tiempo terrible y maravillosa.
Os recomiendo este libro, escrito con gran maestría, por su ritmo ligero y su fácil comprensión y por la conciencia universal con la que relata unos hechos históricos que cambiaron el curso de la humanidad.