La experiencia de permanecer sola en la naturaleza durante varios días y noches, ya la había vivido en otras ocasiones. En aquellas búsquedas de visión los límites estaban marcados por la falta de todo: eras tú y la naturaleza, sin agua, sin alimento, sin recursos para guarecerte del agua, el frío o el sol, con tu sola presencia y tu mundo interno como único aliado, o no.
Pero esta vez, en este retiro no ha sido el hambre, la sed o el frío lo que he tenido que superar, no eran limites externos lo que había que enfrentar, pero… igualmente me encontré con ellos, con ese “algo” que necesitaba tomar para seguir adelante, que me impedía avanzar.
Y no fue hasta el segundo día que me rendí a tomarlo, a acogerlo para poder seguir avanzando y resultó que “eso” fue mi medicina. Y así el tercer día pude acceder a la claridad que necesitaba, una certeza que me alentó a seguir caminando hacia adelante: “Lo hecho, hecho está”, me dije a mí misma y eso cambió totalmente mi mirada. Por fin, conseguí, estar bien con lo que ha sido, con lo que es. Josune