Del 9 al 12 de octubre, la comunidad Amalurra hemos tenido el placer de acoger el X Encuentro Internacional de Biodanza, al que han asistido 300 personas. Este año, el lema del encuentro ha sido “La llama del amor”, una consigna que está en total sintonía con el impulso que hace más de 20 años nos empujó a materializar Amalurra con la intención de despertar a lo femenino, es decir, a todo aquello que está relegado y excluido de nuestra psique, para traerlo a la manifestación.
Una de las construcciones en las que quedó reflejada dicha intención inicial es la sala de meditación subterránea, que construimos como símbolo y escenario del trabajo interior que hemos llevado a cabo a nivel grupal e individual. Esta sala, que simboliza la Tierra, lo humano o lo femenino, es una metáfora de nuestro descenso a las profundidades.
Después de finalizar la sala subterránea, pasaron años hasta que nos planteamos construir otra sobre ella. Sin embargo, la siguiente etapa pasaba por darle un lugar al Cielo, es decir, al espíritu o la luz, pues ambos lados, luz y oscuridad, debían tener su lugar dentro de una unidad. Así, iniciamos un ascenso que se simbolizaría con la construcción de la nueva sala de meditación y encuentros interculturales, conscientes de que ahí donde el Cielo y la Tierra se unen, se encuentra la llama del amor.
Inicialmente, la sala exterior se iba a llamar “Sagrado corazón para la restauración y la alegría”, que es en definitiva el mismo propósito que ilumina la biodanza: El amor en movimiento. Y este encuentro ha sido un ejemplo claro de cómo la llama del amor se expande a través del movimiento que produce la interacción con los demás.
Por todo ello, quiero expresar mi más sincero agradecimiento a todos los que nos habéis deleitado con vuestra presencia y vuestro amor en movimiento, porque la llama del amor no ha dejado de brillar durante estos días mágicos.