Del día 6 al 11 de octubre, participé en el Entrenamiento de la Formación de Chamanismo organizado por la Fundación de Estudios Chamánicos de Michael Harner con sede en California. La Fundación presenta los programas de entrenamiento en chamanismo y curación chamánica más importantes del mundo. Su contenido y práctica se basan en el trabajo pionero del antropólogo Michael Harner, quien ha traído el chamanismo a la vida contemporánea de occidente. Él ha desarrollado un sistema diseñado para que los occidentales podamos aplicar el chamanismo y la curación chamánica con éxito en nuestra vida cotidiana.
Desde que occidente perdió abrumadoramente su conocimiento chamánico siglos atrás, los programas de la Fundación están particularmente dirigidos a aquellas personas interesadas en recuperar el acceso a su legítima herencia espiritual. Ésta pérdida ha sido tal, que la ciencia ha llegado a pedir a sus miembros que renunciaran a su percepción espiritual para centrarse en el plano material. Sin embargo, en la actualidad, se está demostrando la parcialidad de este punto de vista y el chamanismo es una disciplina idónea para abrirnos a la percepción del espíritu y a su integración en la vida cotidiana. Para ello, se utilizan técnicas clásicas chamánicas que enseñan a entrar en estados alterados de conciencia sin uso de sustancias alucinógenas. Entre ellas, se encuentra el sonido, especialmente el toque repetitivo del tambor. De esta forma, se potencia que cada uno pueda descubrir sus propios recursos espirituales ocultos, transformar su vida y aprender cómo ayudar a otros.
Otra de las técnicas que enseña la Fundación es la técnica del clásico viaje chamánico, que se ha utilizado desde tiempo inmemorial para explorar el universo oculto, conocido principalmente a través del mito y el sueño. Esta práctica contribuye a despertar las capacidades espirituales latentes de cada uno y a conectar con los propios espíritus, guías o animales de poder. Es una poderosa herramienta que se puede aplicar en la vida cotidiana contemporánea para recibir sanación para uno mismo, así como para todo ser vivo. Por otro lado, esta formación proporciona un marco y contexto apropiados para comprender e integrar de manera equilibrada el contacto con el plano espiritual.
En este sentido, desde el inicio de la andadura de Amalurra, hubo quien, de manera espontánea, comenzó a conectar con estos espíritu de ayuda y a recibir su instrucción. Sin embargo, la falta de un marco en el que situar estos hechos y la dificultad para expresarlos de manera comprensible nos llevó a mantenerlos un tanto ocultos. En consecuencia, sobrevino un sentimiento de culpa por estar transitando un camino que, en aquel entonces, no estaba reconocido.
Yo misma he tenido el privilegio de compartir experiencias de este tipo con chamanes de distintas tribus y de comprobar el poder sanador y transformador que proporcionan los espíritus de ayuda a través de rituales o prácticas de sanación. Participar en un programa de formación ofrece un contexto más amplio, así como recursos para poder comunicar estos fenómenos que se encuentran en casi todas las tradiciones ancestrales. Estos programas también proporcionan mayor competencia a cualquiera que se sienta atraído por ello a la hora de integrar y desarrollar cada vez más la capacidad de conexión con los poderes espirituales. Las ceremonias que se celebran en este marco aportan una mayor fusión con esas fuerzas y, a la vez, son una ocasión para asimilar el conocimiento chamánico de manera que se pueda disponer al servicio del bien individual y común.
En esta sesión de 6 días me ha vuelto a impactar una práctica en la que la presencia y el poder de los espíritus de ayuda se han manifestado de forma tangible. Realmente, estas evidencias contribuyen a disipar las dudas que, a menudo, tiñen las prácticas relacionadas con percepciones espirituales. Vivir una experiencia así me ha aportado certeza y esperanza. En esta ocasión, he vuelto a constatar que, cuando una persona o un grupo de personas se aúnan en la misma intención y trabajan con compasión para aliviar el sufrimiento de otra persona, los espíritus de ayuda se interesan e involucran, mostrando su poder espiritual más allá de los límites que impone nuestra mente. Esto me demuestra que, en realidad, no somos nosotros los que hacemos, sino que todo se hace a través de nosotros en la medida en la que nos dejamos habitar por estas fuerzas que son espíritus de compasión al servicio de la vida. Imagino que esta es la certeza que mantienen quienes practican esta conexión.
En estos momentos, me llena de satisfacción y esperanza que la humanidad y la propia ciencia se estén abriendo a este campo que quedó excluido desde que la ciencia declaró que ni el alma ni los espíritus existían y, por lo tanto, no se podían incluir en la teoría científica. Un ejemplo de esta apertura es el propio Michael Harner, quien recibió su doctorado en Antropología en el año 1963 por la Universidad de California, Berkeley. Desde entonces, impartió clases en varias instituciones y universidades americanas. Incluso, fue co-presidente de la sección de Antropología dela Academia de Ciencias de Nueva York. Después de su recorrido por el campo de la ciencia, en 1987 decidió dedicarse de lleno al chamanismo. Su interés, formación y experiencia fueron reconocidos en 2003 a través de un Doctorado Honoris Causa por sus logros en los estudios chamánicos. La fundación que lleva su nombre se dedica ahora a transmitir todo el conocimiento que Harner ha destilado a lo largo de su trayectoria, lo que le ha valido el reconocimiento de “la máxima autoridad mundial en chamanismo”.
Para mí es un gran honor haber participado, por cuarto año consecutivo, en sus programas de formación.