En el diario vivir , los del valle no sentimos el bosque de una manera cercana, aunque físicamente no este lejos. Está ahí, lo apreciamos, pero no forma parte de nuestro diario devenir.Por eso es como zambullirse en el mar el vivir y pernoctar varios días en soledad en el bosque.Con uno mismo y con la naturaleza, con nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, nuestros recuerdos ... Pero además, en esta situación, tenemos la gran oportunidad de abrir la puerta a toda la magia de la montaña, y si nos atrevemos a hacerlo, la ocasión para encontrarnos con nuestro yo más auténtico. Me siento feliz de haber gozado de esta oportunidad y, lo prometo, volveré con más frecuencia a la montaña , a ser posible, de esta inagualable manera. Gracias, gracias, gracias. Elisa