Hay estudios que muestran que el ser humano solo representa el 0,01% de la vida terrestre. Para lo insignificantes que somos en el todo, hemos logrado aniquilar gran parte de ella. El uso y consumo masivo e interesado de los recursos naturales ha traído consigo la extinción de las especies, la degradación de los suelos y la contaminación del aire y agua.
La Tierra es el “continente” que nos ofrece todo para que la vida en ella sea posible. De hecho, los recursos naturales son esos que la Tierra nos da sin necesidad de intervención humana. Por tanto, nuestra función es formar parte del “contenido”.
Bajo mi perspectiva, esto consiste en alinearnos con la Tierra, siendo una pieza en todo el engranaje, para seguir posibilitando la VIDA en ella y contribuir a su evolución. Para mi, la vida no es solo la humana, sino la VIDA de todo lo que la Tierra contiene. Somos parte de la Comunidad de la Tierra. Por tanto, me parece clave ahondar en cómo se está desarrollado hoy la relación entre nosotr@s y la naturaleza.
En este sentido, me surge una primera reflexión: siendo parte de la comunidad de la Tierra, los “recursos naturales” de los que nos provee han de ser un "bien común natural", que es necesario apreciar por encima de cualquier otro valor instaurado hoy en la sociedad, como el consumo exacerbado, la acumulación o el afán de lucro, entre otros.
Resulta curioso que en una sociedad como la actual, en la que disponemos de todo, se respire en general un ambiente de desencanto y que hayamos perdido el brillo en los ojos, al igual que, en algunos casos, lo ha perdido la naturaleza. Esto me lleva a pensar que, probablemente, a todo eso que “tenemos” le falte vida. Pienso que, en algún lugar dentro de nosotros, ya sabemos que para poder disponer de lo que “queremos” hay quien sufre las consecuencias y que los privilegios con los que contamos actualmente están fuera de todo orden dentro de una Comunidad.
Creo que nos falta la conexión con lo que realmente es: la conexión con la Tierra, en la que todo está incluido y donde el “bien común” es ley. Y, a pesar de todo, a pesar de cómo actuamos en relación a ella, la Tierra nos sigue acogiendo, nutriendo y enriqueciendo.
El gran desafío ante el que nos encontramos ahora es recuperar el brillo, la VIDA, LA COMUNIDAD. Recuperar la vida implica una profunda transformación, tanto interna como externa, que nos permita establecer una nueva relación entre persona- comunidad-naturaleza.
En este camino, el primer paso puede ser cambiar nuestra mirada hacia quien nos provee de vida, hacia la Tierra y, en sintonía con ella, promover un salto evolutivo. Para ello, creo que es fundamental abrir, de manera consciente, un periodo de transición; un periodo que se inicia DESPERTANDO, estando en contacto con lo que en cada un@ está sucediendo “aquí y ahora”, sea lo que sea. Se trata de mirar tanto lo “bonito” como lo “feo” de lo que acontece dentro y fuera de un@, con cuidado, respeto y amor, al igual que la Tierra hace con nosotr@s. Esa mirada es la que inicia la transformación, la que nos enraíza en la Tierra y a través de la cual podemos ser una pieza que, tal y como decía al inicio, en vez de restar, sume al proceso de la VIDA, formando parte de LA COMUNIDAD.
Te animo a que lo compruebes y experimentes.