La ceremonia de graduación que clausuró mi viaje hacia mi doctorado en psicología profunda, tuvo lugar ayer en el Pacifica Graduate Institute de Santa Barbara, California. Fue un momento muy significativo y emotivo para todos los que participamos en ella. Tal y como el Doctor Steve Aizenstat señaló en su discurso de apertura, esta forma de ritual iniciático contemporáneo, que en inglés se llama commencement ceremony, tiene reminiscencias de la tradición Sufí y representa un renacimiento, el comienzo de un nuevo tiempo. De hecho, la mariposa fue el icono de la ceremonia, como metáfora de transformación y expansión. Y realmente, para mí, estos años en Pacifica han traído una transformación profunda.
Volver a Pacifica para este evento me ha hecho recordar y comprobar que a lo largo de estos años me he estado preparando académicamente en un lugar con alma. De hecho, el lema de Pacifica es Animae Mundi Colendae Gratia, “al cuidado del alma en y del mundo”. Bajo este lema, esta institución está comprometida con cultivar y recoger los regalos de la imaginación humana de modo que esas percepciones puedan tener un impacto positivo a nivel personal, cultural y planetario. Al llevar el campo de la psicología y la mitología más allá de la consulta o de las aulas, en Pacifica se enseña a contemplar la vida psicológica como un desarrollo evolutivo que tiene lugar dentro de la naturaleza y que está vivo en todos los fenómenos y sistemas de nuestro mundo.
Soy consciente de que, a partir de este momento, comienza una nueva etapa en mi vida, cargada de oportunidades y desafíos, que ha quedado sellada en esta ceremonia de graduación. Inspirada por el espíritu de Pacifica, mi deseo es seguir sirviendo y atendiendo al alma, tanto individual como colectiva, utilizando una de las muchas herramientas que he adquirido a lo largo de estos años: el diálogo entre la psique individual, la mitología, la imaginación colectiva y el planeta en el que vivimos.